Muchos de nosotros nos hemos dado por vencido en la batalla de la mente ante los pensamientos del enemigo. 2 corintios 10:4-5 dice: Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
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El único camino a la libertad de nuestra mente es vivir una vida de total dependencia a Dios y su Palabra.
Hemos aceptado la idea de que los pensamientos del mundo son mas grandes que los pensamientos de Dios, porque son los que más abundan en nuestra mente. Debemos entender que los pensamientos del mundo y los pensamientos de Dios estarán en una lucha constante por entrar a formar parte de tu estructura de pensamientos, y lo que más alimentemos, de eso estará lleno nuestra vida. Si en el transcurso del día no has orado, ni leído la Palabra de Dios, ni alabado y adorado a Dios, ni has escuchado una predica o has leído algún libro cristiano, esta garantizado que en el transcurso del día los pensamientos de derrota, desilusión, inmoralidad, tristeza, amargura, odio, celos, entre otros, tomen control de tu mente porque no encontraron ningún deposito espiritual dentro de ti.
Muchos de nosotros queremos tener fe sin escuchar ni leer la Palabra de Dios, queremos santidad sin sacrificio, y queremos salvación aun viviendo una doble vida. Así de igual forma, estamos hartos de tener los mismos pensamientos de iniquidad y nos hemos conformado a ellos porque no queremos invertir tiempo de calidad con Dios, queremos una mente limpia sin leer la Palabra de Dios y pasar tiempo de calidad con Dios en el transcurso del día.
Si no rodeas tu circulo de influencia con los asuntos de Dios, te verás atrapado en los asuntos de satanás con este mundo.
He sido victima de esos malos pensamientos cuando en el transcurso del día he pasado un día de lleno de afanes, y doy testimonio que es fácil tomar malas decisiones cuando no hemos pasado tiempo con Dios y hemos rendido nuestro corazón a él.
Es fácil mentir, engañar, pecar y alojar pensamientos de inmoralidad en nuestra mente, cuando no estamos invirtiendo tiempo de calidad con Dios. Muchos de nosotros hemos pasado nuestra vida invirtiendo tiempo a nuestros placeres, en nuestra vida natural, afanes, cotidianidad, y cuando vino la crisis (COVID-19), no había fe para combatirla, y terminamos lidiando con ella en nuestras propias fuerzas, acabando así derrotados, desilusionados, desesperanzados y pegándole la culpa a Dios por el proceso.
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