Reflexiones

¿Que me trajiste?

De costumbre llegaba a casa con un acostumbrado silbido que se hizo marca registrada para mi esposa e hijo… Yo abría la puerta y ambos venían a recibirme, luego de besos y abrazos, sacaba de mi mochila un juguete para mi pequeño Jean.

Reconozco que se hizo costumbre pero algunos días no cumplí, así que mi hijo también hizo costumbre la frase interrogante: ¿Que me trajiste? Fue cuando decidí cambiar la rutina para enseñarle una lección.

Lo importante no es lo que haya traído, sino que tu padre está aquí!…

Muchos de nosotros tendemos a comportarnos igual con Dios, creamos una costumbre y dependencia de las bendiciones, suplicas y favores, de manera tal que llegamos a dar importancia a lo que pueda traer el Padre, mas que al Padre mismo.

¿Qué me trajiste?

Un Dios que se acerca con la bolsa vacía, ¿carece de valor? O ¿pierde alguna de sus cualidades? ¿Deja de ser santo santo santo, y ya solo es santo santo?

El valor está en el Padre, no en lo que pueda traer!

Invoquemos su nombre para decirle que solo nos interesa pasar tiempo con él, que nada se compara a su presencia, su abrazo y compañía.

Luego de un tiempo mi hijo Jean aprendió a valorar esos primeros minutos, a besuquearnos hasta la saciedad, a reír, saltar y juguetear.

Pero la gran verdad es que yo también aprendí la lección, el valor está en el Padre! Te invocaré Señor y me estaré quieto en tu presencia porque hay un gran valor en ello!.. Bendiciones!

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