JovenLiderazgoMinisterioReflexiones

Las Excusas como escudo

Mateo 22:16-20; 24…

Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.

La excusa no es sabiduría ni amor, es irresponsabilidad, engaño, orgullo y rebelión.

La excusa se ha vuelto en unos de los vicios más grandes que podemos ver en el mundo de hoy. Nos hemos vuelto adictos a las excusas y estas se han convertido en un hábito que no podemos controlar. La excusa está muy asociada a la mentira y al engaño, y por ende, al pecado. Cuantas personas hoy en día acuden a la excusa para huir de los compromisos y responsabilidades. Usan la excusa como escudo de defensa para nunca quedar mal con las personas que quieren poner un peso de responsabilidad sobre sus hombros. La excusa la usamos para huir de los problemas, para huir de las responsabilidades, para quedar bien con las personas, ya que en vez de negarnos a un compromiso podemos disfrazarlo con un excusa para no herir a la otra persona, o sea, en vez de decir no, nos escudamos bajo una excusa. Usamos la excusa en el trabajo, en la universidad, en la iglesia, en todas partes, y esta se ha vuelto en un cáncer que nos está robando cosas muy preciadas en nuestras vidas. Las excusas muestran falta de interés por algo o por alguien, muestra falta de humildad porque muchos errores de los que cometemos también lo queremos disfrazar con una excusa para no dar la cara y afrontar las consecuencias de nuestras malas acciones Génesis 3:13. Nos hemos hecho expertos poniendo excusas creyendo que estamos engañando a las personas cuando los más perjudicados somos nosotros mismos. Por lo general, una persona que se excusa constantemente es una persona muy odiada por otras personas y son muy difíciles de cambiar.

Cada excusa que le ponemos a Dios revelan cuan duro está nuestro corazón y hasta donde llega nuestro amor por él.

Cada vez que le huimos a Dios y a sus planes, nos estamos quitando la oportunidad de ser bendecidos.

Cuando leo la historia de Mateo 22 me doy cuenta como en la iglesia de hoy podemos ver estos distintos escenarios. Estamos tan acostumbrados a ponerles excusas a las personas, que hasta a Dios mismo queremos engañarlo, sabiendo que Dios conoce toda nuestra agenda y las intenciones de nuestro corazón, y que jamás podremos burlarnos de él Gálatas 6:7. Cada vez que le ponemos una excusa a Dios, le estamos diciendo, tú no eres importante para mí. Y Hemos pasado toda nuestra vida poniendo excusas a Dios, a sus planes, a sus propósitos, ponemos una excusa para no ir a la iglesia, para no servir en la iglesia, para no comprometernos en la iglesia, y así hemos pasado toda nuestra vida, y mientras más excusas le ponemos a Dios, más nos alejamos de la salvación y más miserable se vuelve nuestra vida.

Cada vez que le ponemos excusas a Dios, sus bendiciones se alejan de nuestras vidas.

A estas personas que se excusaron en la parábola de la gran cena Jesús les dijo: Estos no gustaran de mi cena. Esto significa que Dios tiene algo grande preparado para nosotros cuando decidimos servirle a él, que hay recompensa para todo aquel que tiene hambre por hacer su voluntad, por lo tanto, cuando pasamos nuestra vida huyéndole al llamado de Dios, en el juicio final, tampoco gozaremos del cielo ni de su salvación. Unas de las cosas que revelan las excusas son, cuales son las cosas más importantes en nuestras vidas. Cuando una persona no le pone excusa a algo, es porque ese algo es muy importante para su vida. Por eso, una pequeña excusa es capaz de definir todas nuestras prioridades. Cuando una persona no le pone excusas a los asuntos de Dios es porque Dios es su máxima prioridad. Nuestro corazón está en aquellas cosas con las que nunca nos excusamos. Una de las cosas que he aprendido en estos caminos es a nunca ponerle excusas a Dios, sin importar cuantas cosas tenga que sacrificar. Cada decisión que tomamos en la vida nace desde una base de prioridades. Para mí, Dios es primer lugar en mi vida, después mi familia, y después todo lo demás, entonces cada decisión que yo tomo es en base a esa escala de prioridades. Cuando una persona le pone excusas a Dios todos los días es notable que él no es su prioridad y las consecuencias son muy lamentables, ¿Por qué lamentables? Véase: El estrés y los afanes.

Cada vez que le ponemos una excusa a Dios, estamos huyendo de él, y huirle a Dios es como ir tras la muerte sin la mínima capacidad de retroceder.

Dios tiene por años llamando a muchas personas a sus caminos. El tiempo de gracia que Dios le ha dado los tiene protegidos de una muerte repentina. Cuando ese tiempo de gracia termine, esa alma estará totalmente fuera de la cobertura de Dios. Eso explica el por qué muchas personas se ven en excelentes condiciones de vida, se ven muy felices y contentos con la vida que llevan, y de un momento a otro aparecen en la sala de una morgue, y todo el mundo preguntándose, que paso. Este es el tipo de personas que no gustaran de la cena del señor porque prefirieron ponerle una excusa al llamado que por años Dios le había hecho.

¿Cómo podemos dejar las excusas?

Antes de dejar las excusas debemos tener claro cuáles son todas nuestras prioridades. Si Dios no es primer lugar en tu vida, pasarás toda tu vida poniéndole excusas para nunca venir a sus caminos o nunca comprometerte con sus planes para este mundo. Entonces podemos decir que para dejar las excusas debemos:

  • Definir nuestras prioridades.
  • Aprender a asumir compromisos y responsabilidades.
  • Aprender a sacrificar las prioridades últimas por las primeras.
  • Aprender a decir la verdad siempre, porque las excusas se fundamentan en el engaño.
  • Aprender a ser humilde y reconocer tus errores cuando fallas.
  • La más importante, aprende a ser como Jesús en una relación cercana con él.

 Oración:

Señor te doy gracias por la verdad de tu palabra. Gracias por ser tan fiel y misericordioso sin importar las tantas excusas que he usado para no estar contigo. Reconozco que de una manera u otra he usado las excusas y he tenido que mentir para llevarlas a cabo. Te ruego que me perdones por a veces querer engañarte y ponerte excusas baratas para no ir a tu casa y para no hacer un compromiso verdadero de servirte por siempre. Ayúdame a ser humilde y reconocer mis errores cuando fallo para así poder cambiarlos. Arranca de mi toda mentira y todo engaño que ha querido traer excusas a mi vida. Ayúdame a ponerte en primer lugar para que así puedas definir mi escala de prioridades, te lo ruego amado mío, en el nombre de Jesús, amen.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba