
Muchas veces hacemos las cosas, quizás para que nos vean que estamos en algo, cosas de Dios, y cuidado con eso (si es búsqueda personal). Por motivos de alegría, mejorar estados de ánimos, etc., y Dios en segundo plano. Otras veces presionamos por querer cambiar a otros.
Una cosa es cierta: Dios no cambiará a las personas que nosotros tratamos de cambiar; Él tiene una política de no intervención. Debemos quitarnos de en medio y dejar que Él actúe. Incluso cuando pensamos que ocultamos nuestra desaprobación, los demás lo perciben. Se transmite a través de nuestro tono de voz y nuestros gestos.
[pull_quote_center]Las presiones son obstáculos para la confianza plena en nuestro creador.[/pull_quote_center]Deja de compararte, de imitar, de forzarte a hacer los que los demás hacen por onda o moda, y cuidado con nuestros ejemplos a seguir, que no ocupen el lugar de Cristo, que puede pasar sin que nos demos cuenta. Algunas veces queremos que otros cambien, cuando los que necesitamos cambiar somos nosotros. A menudo, las cosas que necesitamos de otros ya están a nuestra disposición para que las disfrutemos, si tan sólo dejáramos de juzgar a la ligera.
[pull_quote_center]Para que los cambios sean duraderos, deben venir de dentro hacia afuera, y solamente Dios puede operar en este tipo de cambios.[/pull_quote_center]En ciertos casos llegamos hasta creer que nadie nos comprende o que no le importamos a los demás, pero que tal si hacemos un volcado de la situación y en vez de refugiarnos en nuestras emociones egoístas de sólo querer que los demás nos den, nos hagan, nos miren, nos digan, que tal si somos nosotros, pueblo de Dios, nación escogida, co-herederos con Cristo Jesús, el cual murió y resucito para que todos fuésemos salvos, que tal si somos nosotros los entendidos de que sólo Cristo salva; los que en vez de recibir demos, mirar miremos, hablen hablemos, busquen busquemos, de que nos hagan hagamos nosotros, de que nos digan que seamos nosotros los que digamos, a los demás “soy diferente porque Cristo me hace diferente” dejemos ya los prejuicios y de ignorar la gran comisión.