
La incredulidad no es más que la ausencia de fe. Es la falta de credibilidad a la verdad. La incredulidad es una consecuencia del pecado. La incredulidad es el cemento que endurece un corazón para no creer en algo o en alguien. La incredulidad surgió junto con el mal cuando el hombre cambió la fe por la razón. La incredulidad se origina en las personas cuando creemos que Dios es hombre como nosotros, o sea, cuando lo reducimos a nuestra humanidad.
Si llevamos la incredulidad al ámbito natural nos damos cuenta que tenemos muchas razones para no creer en los hombres a causa de sus mentiras y engaños, pero Dios es un caso totalmente distinto, Dios no miente ni tampoco engaña, a muchas personas se le hace difícil creerle a Dios porque piensan que Dios es hombre, cargado de faltas y errores.
Tu confianza crecerá a medida que crece tu relación con Dios
Es difícil creer o confiar en alguien que aún no conocemos esta es otra causa por la cual muchos no creen en Dios, por eso, la grandeza de nuestra fe dependerá del conocimiento revelado que tengamos de Dios. Mayormente la desconfianza viene a nosotros cuando alguien nos miente y nos falla continuamente, cuando alguien nos traiciona, como resultado de estas faltas se origina la desconfianza. Cuando conocemos a Dios nos damos cuenta que él es perfecto y que no hay maldad ni engaño en su corazón por lo tanto él nunca nos fallará y todo obrará para nuestro bien.
Consecuencias de la incredulidad en nuestras vidas
1) Te quita el acceso a los milagros, ya que los milagros se reciben por fe. (Mateo 13:58).
2) Cierra tus ojos a la realidad (Marcos 16:14).
3) Te opone a la verdad (1 Timoteo 1:13).
4) Te aparta de Dios y su voluntad (Hebreos 3:12). Aquel que no cree en Dios niega su existencia.
5) Te quita el acceso a lo sobrenatural por lo tanto te lleva a vivir un evangelio religioso carente de poder y de cambios. Cuando no creemos en lo sobrenatural volvemos a Dios un ser muy limitado sujeto a tiempo y espacio.
6) Te lleva a desagradar a Dios (Hebreos 11:6).
Características de un incrédulo
1) El incrédulo todo lo razona aún los mandatos divinos de Dios. Soy estudiante universitario y hago mucho uso de la lógica y la razón para resolver ejercicios matemáticos, pero cuando se trata de los asuntos de Dios no puedo poner la mente donde debo poner la fe, Dios no se mueve por tu mente, Dios se mueve por tu fe. Esta es unas de las tantas razones por la cual el Espíritu Santo no tiene movimiento en la vida de muchas personas. Dios nos manda a vivir por fe por una sola razón, quitarle los límites a él para operar en todo tiempo y en todo lugar. Si hacemos uso de la fe, continuamente veremos a Dios moviéndose. Sabemos que muchas de las cosas que Dios mandó a hacer en su Palabra carecen de sentido lógico, por lo tanto cuando Dios nos manda a hacer algo debemos de hacerlo con fe y no buscar el cómo lo hará (razón). Cuando Dios te manda a hacer algo es porque él respaldará su palabra. Éxodo 14:15-16.
2) Es desobediente. La desobediencia es una consecuencia de la incredulidad.
3) Es idólatra. Muchos viven en idolatría porque nunca conocieron a Dios.
4) Cree solo de letras y no de corazón. El incrédulo proclama que Dios sana pero nunca ha orado por un enfermo.
5) Es ingrato. Este llama suerte a lo que recibió por gracia.
6) El incrédulo llama imaginación cuando Dios le habla.
7) El incrédulo tiene que ver para creer.
8) El incrédulo tiene la Palabra como un libro más y no como su realidad.
9) El incrédulo tiene a Dios como último recurso para resolver sus problemas.
10) El incrédulo ve los problemas más grande que Dios.
11) Vive sin esperanza, y si la tiene la pierde con mucha facilidad.
12) Se le hace difícil conocer a Dios.
13) Siempre está agotado porque no descansa en el señor, siempre depende de sus propias fuerzas.
14) Es muy inseguro porque confía en Dios de labios y no de corazón.
15) No conoce la santidad. 1 Tito 1:15.
Cuando cerramos las puertas a la fe las dudas nos visitarán y entrarán sin permiso
Oración:
Señor ayúdame a lidiar con la incredulidad, enséñame a conocerte más para confiar totalmente en ti sin peros ni pretextos, perdóname las veces que me mandaste a hacer algo por fe que no obedecí por incredulidad y detuve tu mover en ese momento, en el nombre de Jesús soy libre, amén.